lunes, 31 de mayo de 2010

MIRAMAR


"Como aquellos ermitaños envejecidos en buscar a Dios, no les queda a los olivos más que los huesos, la piel y la cabellera. Y tampoco la roqueta, la gran ermita ermitaña que es Mallorca, tiene sino huesos, huesos de roca, atezada piel y frondosa cabellera de árboles, olivos, almendros, higueras, algarrobos, pinos, encinas... nacen en la roca. Y es la roca como rayos de sol en largos siglos crisalizados. Sorbiendo, embebecido por los ojos la fulgurante hermosura de las rocas costeñas de Mallorca, ocurrióseme fantasear si no serán esas rocas estalagmitas de la lluvia de rayos de sol que de continuo gotea sobre el mar de la isla de oro.

Aquel enorme dragón de la Foradada, que retorciéndose se vuelve a mirar a tierra cuando va a sumergirse en el mar y así se queda, espiando, receloso, el bosque de Miramar, deja ver en el fondo de su ojo al cielo tocando al nacarado océano. Y nos habla de los monstruos de la Odisea. Porque aquél es el mar homérico, el mar de color de vino, el de Escila y Caribdis, no el mar tenebroso de Camoens, el de Adamastor.

(...) Dejándose embriagar por la luz del cielo de Mallorca, del cielo más que de Sol -que es un cuajarón de aquella luz-, como de él se embriagan las estremecidas cigarras ermitañas de los olivos, se comprende que Blanquerna renunciase al papado para darse a la vida de ermitaño."

MIGUEL DE UNAMUNO: Andanzas y visiones españolas.


miércoles, 19 de mayo de 2010

SON MARROIG


"Y si ahora rememoro en una costa mallorquina digna del castillo de Don Gaspar, es porque todo se ha vuelto de nuevo infancia desde ayer por la tarde, a partir del instante en que me fue dado ver, desde el mirador del Archiduque Luis Salvador cerca de Deyá, el rayo verde."

JULIO CORTÁZAR: El rayo verde.



“Llegó a formar, pues, el archiduque, una inmensa propiedad que la carretera de Valldemossa a Deiá atravesaba en una distancia de ocho kilómetros. En su libro, sin nombre de autor, «Lo que sé de Miramar», Palma, 1911, escrito en un mallorquín de una ingenuidad deliciosa, el archiduque cuenta la historia de la formación de su enorme finca y de las mejoras que en ella hizo: los innumerables caminos, miradores, capillas, rotondas, belvederes, jardines, estatuas, lápidas y la inmensa cantidad de comodidades que colocó sobre su posesión. Gastó una fortuna inmensa por un impulso de amor y de belleza.”

JOSEP PLA: Mallorca, Menorca e Ibiza.



“Prohibió cortar una sola rama en todo su término posesorio, y el bosque, agradecido, tuvo a orgullo vestirse de gran belleza, y cuando la sombra cubrió las montañas, abrió rutas bajo los árboles, pero senderuelos casi ocultos que no hiriesen el paisaje y miradores de piedra y glorietas de mármol blanco, demostrando en todos los detalles un gusto refinadísimo.”

SANTIAGO RUSIÑOL: La isla de la calma.



"Desde Valldemossa los autocares retumban por la carretera espectacular que bordea la costa -que en un punto dado alcanza los trescientos metros sobre el nivel del mar- y pronto vierten sus cargas en Son Marroig, donde el archiduque Luis Salvador de Austria vivió tantos años y de manera tan excéntrica. Los turistas escuchan la historia de la hermosa Catalina Homar, por quien el envejecido archiduque profesó un amor puro y romántico, y que murió de lepra (contraída durante una peregrinación a Tierra Santa, a bordo del yate del Archiduque, el Nixe) en una casa construida para ella sobre el promontorio rocoso, guardada día y noche por enormes perros-lobo..."

ROBERT GRAVES: Por qué vivo en Mallorca.

viernes, 14 de mayo de 2010

SÓLLER


"Hasta los intentos locales de modernización decimonónica fueron gratos y permanecen. El trenecito que va de la capital a Soller, en el norte, es uno de ellos. Vagones de madera, lámparas de porcelana, ventanillas de vidrio grueso, manillares de bronce, pescantes, billetes de papel cebolla... La vía es estrecha, serpentea entre huertos, cobertizos, cañaverales, albercas, bancadas de tierra y caolines, olivares... Y limoneros, verdes y vivos, de largas ramas sin filo que se cuelan por las ventanillas abiertas, para acariciarte la cara, el cuello, golpear tus pechos y desenredar tu pelo, cuando te alzas ante mí, y ante el sol deshilado de esta primavera. No sé qué podrá ser de nuestras vidas a partir de ahora. Pero sé para siempre que en la mía esta imagen permanecerá hasta el fin del tiempo: tu risa, el relampagueo de tus ojos; sentada en los asientos de tiras de pino endurecido, cortejada por las hojas de los limones... cautivos, tú y yo, de su perfume ácido y fresco, hospitalario."

JUAN MANUEL GONZÁLEZ: Vírgenes, masones y visionarios. Rutas iniciáticas y ocultistas.