martes, 28 de diciembre de 2010

SEVILLA IX


“Habiendo dejado la fiebre de hacer estragos hacia el final del otoño y desaparecido completamente unas cuantas semanas antes de Navidad, mi amigo y yo nos dispusimos a volver a casa. Nunca me olvidaré de nuestra melancólica llegada a Sevilla la última tarde de Diciembre. Fuera aparte del peligro de contagio que todavía existía para los que habíamos estado ausentes, se notaba un cambio visible tanto en el aspecto de la ciudad, como, en el del vecindario, que no podía menos que impresionar incluso a los más duros de espíritu que se acercaban por primera vez al teatro de tan reciente calamidad.”

JOSÉ MARÍA BLANCO WHITE: "Cartas de España"

miércoles, 22 de diciembre de 2010

SEVILLA VIII


"Sólo de vez en vez, a lo largo del tiempo, un destello de genio la cruza calladamente, como en el caso de Bécquer. Por eso quizá el encanto romántico andaluz tenga en esta ciudad un cariz moribundo; es una dorada ruina. Hoy tal vez no sea fácil percibir esto, porque una ola de falsa tradición renovadora la ha venido anegando en los últimos años; se la ha disfrazado como para un carnaval. Pero no es más andaluz quien de andaluz se disfraza, sino quien lleva intacto dentro de sí, límpido y seductor, el reflejo de esta tierra misteriosa, perezosa y activa, vívida y soñadora. ¿Qué relación tiene lo otro con Andalucía? Preferibles son mil veces las ruinas, fieles siempre, a ese absurdo y externo andalucismo reciente, de una facilidad repugnante. Vergüenza de todos los gestos, gritos, coplillas y escenas vulgares, compuestas a imitación de algo que nunca fue real."

LUIS CERNUDA: Divagación sobre la Andalucía romántica.

viernes, 17 de diciembre de 2010

SEVILLA VII


“Desde que he visto Sevilla y Córdoba, me siento tentado de hacerme turco. Todo lo bello y útil que hay es obra de los moros. Sus acueductos dan de beber todavía a todas las ciudades del Sur, sin que nunca los habitantes cristianos se hayan tomado la molestia de repararlos. Desfiguraron sus mezquitas para hacer iglesias y, en las casas particulares, los bárbaros ocultaron bajo una espesa capa de enlucido los adornos deliciosos que los arquitectos árabes sabían utilizar tan bien. El Alcázar de Sevilla y la Mezquita de Córdoba, ahora catedral, estaban cubiertos de arriba abajo de arabescos de color; ahora se ha recubierto todo ello con una capa de yeso; es costumbre pintarlo todo de blanco. Es la única limpieza de un país en que se comen moscas en la sopa en las mejores casas.”

PROSPER MÉRIMÉE: Viajes a España.



LUIS DELGADO: Marrakesh, Sevilla y Rabat.

domingo, 12 de diciembre de 2010

SEVILLA VI


“Hay en Sevilla, cerca de la Giralda, un antiguo patio de mezquita; los naranjos crecen a trechos, simétricamente. El resto del patio está embaldosado. Los días de gran sol no hay más que una pequeña sombra limitada. Es un patio cuadrado, rodeado de muros; y de gran belleza, no sé explicarte por qué.”

ANDRÉ GIDE: Los alimentos terrenales.

martes, 7 de diciembre de 2010

SEVILLA V


“Por lo que respecta a Sevilla no hemos conseguido armonizar en lo más mínimo, aunque los sevillanos habían tomado muy a pecho la fiesta de la Virgen, y yo tenía ante mí toda una octava de ceremonias, a cuyo comienzo llegué incluso a participar. La catedral me resultó en el fondo antipática, por no decir hostil. En ella todo resulta desprovisto de gravedad, todo se torna un tanto vago en esta catedral tan ambiciosamente construida; es como un espíritu de supertriunfo que incluso quisiera triunfar sobre Dios, y pretendiera, en cierto modo, abarcarlo desde arriba. Y el detestable órgano, con un ruido empalagoso, hacía tan dulzón el espacio que parecía como si las colosales pilastras fueran a desmayarse. Y este reblandecimiento de la piedra, a manera de un juego de prestidigitación, me dejó, cualquiera que fuese el objeto perseguido, completamente indiferente.”

RAINER MARÍA RILKE: Epistolario español.


JORGE PARDO: Río ancho.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

SEVILLA IV


“Forzado el puente de barcas por el almirante Bonifaz, forzada la Puerta Real por Garci Pérez de Vargas, triunfa la cruz sobre la media luna. Pero la Sevilla cristiana no tiene identidad, sino nostalgia; sus reyes reciben embajadas persas, se enjaezan a la morisca, aprenden lenguas semíticas, labran su alcázar con alarifes granadinos. La Andalucía vencida acaba por vencer a sus vencedores. Por fin se deciden éstos a arrasar la mezquita mayor para levantar su catedral y, al excavar los cimientos, encuentran un cocodrilo. No saben qué hacer con él y lo cuelgan como un trofeo de caza entre la Giralda y el Patio de los Naranjos. Queda en pie la Giralda, el minarete de la mezquita, escala al cielo, camino de Sevilla al cielo, cerrado aún con bolas de bronce, sin almuédano ni campanas, y en ella sigue la ciudad crucificada desde el día de la Conquista. Ha de esperar tres días sagrados, tres días como tres siglos, y al cabo de los tres siglos resucita. Sigue en el aire el cocodrilo sacrificado, exhumado de su cripta mágica, pero el barroco desclava de su cruz a la ciudad y, al ponerle al minarete un campanario con la Fe por veleta, le vuelve a abrir a Sevilla el camino al cielo. Y es que en el barroco deja Sevilla de mirar a su pasado y descubre un futuro: la nostalgia de África deja paso a la ilusión de América, y el puesto del cocodrilo en su matriz sacrificial viene a ocuparlo la sierpe del Paraíso bajo una ambigua media luna.”

AQUILINO DUQUE: La rueda de fuego.