jueves, 31 de marzo de 2011

LANZAROTE XV


"La llevamos a la Montaña de Fuego, la excursión obligatoria que nunca nadie hará como desearía, esto es, solo. Hoy percibí que la plaga turística sería más soportable si a esta gente, que ya no puede vestirse como los antiguos exploradores, de caqui y sombrero de corcho, no le gustase tanto ir vestida con estas camisas y estas bermudas, de colores chillones, de diseño estrambótico, capaces de ofender el más agredido y resignado ya de los paisajes. Todos, sin escepción, fulminaban las montañas con las cámaras de vídeo y las máquinas fotográficas, pero esto puede comprenderse, porque sabemos bien cómo la memoria es olvidadiza y con qué frecuencia, cuando la invocamos, empieza a decir una cosa por otra.


Mientras íbamos recorriendo los caminos laberínticos del parque y se sucedían los valles y los repechos cubiertos de cenizas, las calderas abiertas de par en par como agallas, en el interior de las cuales imagino que el silencio tendrá la espesura del propio tiempo, me preguntaba a mí mismo por qué habrían venido aquí estos hombres y estas mujeres, en su mayor parte groseros de palabras y de maneras, y si mañana, después de haber visto lo que vieron, notarán algún cambio en su manera de ser y de pensar.


Sin embargo, más tarde, en la Fundación César Manrique, leyendo un poema magnífico de Rafael Alberti sobre Lanzarote, sentí que me volvía un poco menos intolerante hacia la grotesca vestimenta de la generalidad de los turistas y mucho menos convicto en cuanto a la lógica de la deducción que me había llevado de las camisas a las mentalidades: como todo el mundo sabe, no hay, en todo el mundo, camisas más disparatadas que las de Alberti, y si él, habiendo vestido una camisa de ésas, escribió un poema así, entonces...


Dejo las reticencias calladas y en suspenso, que solo para eso sirven y vuelvo al autobús de la Montaña de Fuego, para lanzar una pregunta que había quedado en el aire: ¿qué sintieron aquellas personas cuando les contaron la historia de un hombre -Hilario se llamaba- que durante cincuenta años vivió en lo alto del Timanfaya teniendo como única compañía un camello? ¿Qué fibra del cuerpo, qué tejido del espítitu se estremeció en ellas cuando oyeron cómo Hilario plantó allá en lo alto una higuera y cómo el árbol nunca pudo dar fruto porque su flor no podía alimentarse de la llama?"

JOSÉ SARAMAGO: Cuadernos de Lanzarote.

lunes, 28 de marzo de 2011

LANZAROTE XIV


"Falura, pese a su magia, no eliminaba el tiempo, pero lo retorcía, lo espulsaba hacia periferias nunca soñadas. No puedo saber de dónde emanaba aquella fuerza. El mar, el viento, el propio Risco, todo tal vez, nedesitándose mutuamente."

RAFAEL ARGULLOL: Visión desde el fondo del mar.

sábado, 26 de marzo de 2011

LANZAROTE XIII


“Echado aquí lo mezclo todo, no sé si es verdad o mentira lo que cuento, si es autobiografía o engaño. Pero lo cuento, la confusión me ayuda a contarlo, veo, mientras hablo, una playa larga en la que estoy corriendo como un perro loco, pero sé que ese que está corriendo no soy yo, ni es Onetti, cómo va a ser Onetti, jamás fue a una playa Onetti, vivía metido en un camisón de fieltro, entre las casas amarillas de París o de Montevideo, pero yo lo vi sufrir porque su perra le mordía las canillas, así que cómo va a ser Onetti, pero es César Manrique, corre, lo ves correr, es ahora un hombre mayor, tiene la cabeza calva y reluciente, se ríe al amanecer y me ve llegar, me ofrece higos frescos que tiene en su cocina, bajo la lava, en Lanzarote, y mientras acaricia el perro enorme que le va a saludar en la cama cuando aún no se han despertado los pescadores, así me ve llegar César Manrique de una noche de alcohol, mar y marihuana, de dónde vienes, me pregunta, y yo le hablo de la playa de Famara, «Ahí corría yo como un perro loco», Famara como la Playa del Horizonte. Ahora no me dice la memoria si fue cabra o perro lo que era César sobre aquella arena hecha de viento, frente a la isla solitaria de La Graciosa, tan cerca de África, bajo los montículos sinuosos de la isla, pero estaban César y el perro tan cerca que ahora que recuerdo aquella conversación de madrugada no distingo entre el perro y la cabra y me inclino por el perro, que era esbelto y se llamaba Corcho.”


“Estoy solo, a lo lejos aúllan los perros y se oye también aullar, con la monotonía de las gaviotas, las olas de un mar que fue el de mi adolescencia y al que vuelvo ahora, nunca un viaje es un viaje cualquiera.”


“Ahora sueño un mundo ordenado, equilibrado y tranquilo, sosegado, el mundo que imaginé de adolescente, y con esa ambición trato de verme en esta playa.”


“Aquí me pregunto, ordeno, busco entre las algas algunas respuestas. No hay.”

JUAN CRUZ RUIZ: La playa del horizonte.

martes, 22 de marzo de 2011

LANZAROTE XII


“El deslumbramiento de los amigos que nos visitan y que acompañamos a conocer la isla mantiene viva y atenta nuestra propia mirada, impidiendo que nos deslicemos poco a poco hacia una percepción rutinaria, de la que resultaría que al volver a los sitios conocidos los encontráramos iguales. Lo cual, pensándolo bien, no hay gran riesgo en que llegue a suceder. Por ejemplo, en los Jameos, por primera vez, vi como un chorro de luz bajaba de un agujero en el techo de la caverna y atravesaba el agua límpida, iluminando el fondo, siete metros abajo, hasta el punto de parecer que podíamos alcanzarlo con las manos.



Me acordé, en ese momento, de las últimas palabras que escribí en Viaje a Portugal: «Es necesario ver lo que fue visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en la primavera lo que se vio en verano, ver de día lo que se vio de noche, con sol donde primeramente la lluvia caía, ver el trigal verde, el fruto maduro, la piedra que cambió de lugar, la sombra que aquí no estaba». Nunca había ido a los Jameos de Agua a aquella hora, por eso no había podido ver la luz, aquella paciente luz que regresa todos los días, esperando encontrarme.”

JOSÉ SARAMAGO: Cuadernos de Lanzarote.

jueves, 17 de marzo de 2011

LANZAROTE XI


“Siempre me ha impresionado la visión de una salina. Las de Lanzarote me han llamado la atención por su lineal belleza y por su cegador colorido. Toda la planta se enmarca en las coordenadas compositivas de Mondrian.”

CÉSAR MANRIQUE: Prólogo a El Jardín de la Sal.



“El lago de Janubio es el sentimiento marino de Lanzarote hecho realidad. Un pedazo azul robado al Océano. La respuesta tímida de la isla al abrazo redondo del mar.”

GUILLERMO DÍAZ-PLAJA: El campo en la literatura española.



“De las aguas del lago de Janubio vuelan hacia la playa, vuelan perennemente en giros rápidos, en giros suaves, millares de pájaros blancos. Que el viento empuja perennemente sobre las salinas. Sobre la playa breve. Aún más allá.”

AGUSTÍN ESPINOSA: Lancelot, 28º-7º



“El Salinar de Janubio, sin duda, es una maravilla más de las tantas que contiene Lanzarote, una fantasía más de la geografía insular, que desvela en lienzo de paisaje inhóspito, tal mal país, entre milicias de riscos cada vez más caprichosos e inverosímiles.”

AGUSTÍN DE LA HOZ.

domingo, 13 de marzo de 2011

LANZAROTE X


“Tuve siempre ante mi vista, agua salada y arena, charcos con cabosos, barcos varados ayudados con parales, barcos yendo y regresando a vela, barcos a remo. Todo esto formaba el clima y la situación que respiraba, mezclados en el espacio que colmaban mi deseo con entusiasmo, para ir descubriendo como un sueño medido, a mi verdadero sentimiento.”

CÉSAR MANRIQUE

miércoles, 9 de marzo de 2011

LANZAROTE IX


“Yo pienso en Rousseau y en las Montañas del Fuego; en Correggio y en los cielos de Lanzarote; en Pubis de Chavannes y en el puerto de Arrecife.”

AGUSTÍN ESPINOSA: Lancelot 28º-7º

sábado, 5 de marzo de 2011

LANZAROTE VIII


“Al poco encontramos una nueva bifurcación, y después otra. Hasta que de pronto divisamos el mar. En aquel lugar situado en el extremo sur de la isla, era de un azul ideal. A lo lejos, en mitad de una bruma que se había formado por el calor, se distinguían las costas arenosas de la isla de Fuerteventura. En dos curvas bruscas, el camino desembocó en una pequeña ensenada desierta. Rocas negras encuadraban una pendiente de arena blanca que descendía rápidamente hacia el mar.”

MICHEL HOUELLEBECQ: Lanzarote.

miércoles, 2 de marzo de 2011

LANZAROTE VII


“Viernes por la tarde visitamos Teguise, que tiene fama de ser el poblado más bonito de la isla, y que fue fundado por Maciot de Béthencourt, sobrino de Jean de Béthencourt. Casas de estilo colonial, un cierto aire mexicano, muchachas con los inconfundibles morritos canarios riendo alegremente –les pregunté alguna cosa sólo por escuchar su voz de trópico-. Hombres viejos con graciosos sombreros de ala corta.”

SALVADOR PÁNIKER: Cuaderno amarillo.