jueves, 29 de marzo de 2012

MOGOR




“Todos los petroglifos del arte rupestre son astrografías. La primera escritura, la primera obra de arte, la primera topografía, la primera casa: Siempre círculos, agrupaciones de círculos. Los castros. Las pallozas. La curva interior, el laberinto de Mogor, ese primer corte neuronal de la humanidad. Ahí está toda la costa monoica, fálica vulva, la nación sicalíptica, fecundando los criaderos submarinos… ¿Cuándo se jodió Galicia? El día terrible del cuadrado.”

MANUEL RIVAS: Los libros arden mal.

lunes, 26 de marzo de 2012

SANTA EULALIA DE BÓVEDA II



"La referencia a Atis me hizo estremecer, pues había leído a Catulo y conocía algunos de los horribles ritos de la diosa oriental, cuya adoración estaba tan unida a la de Cibeles. Norrys y yo,a la luz de las linternas, tratamos de interpretar los extraños y muy borrosos dibujos que había sobre ciertos bloques de piedra irregularmente rectangulares que solían ser altares, pero no pudimos descifrar nada. Recordamos que un motivo, una especie de sol con rayos, era lo que hacía afirmar a los estudiantes que implicaba un origen no romano, sugiriendo que estos altares habían sido adoptados por los sacerdotes romanos al encontrarlos en algún templo más antiguo y quizá aborigen de ese mismo lugar (...) Sir William, que se hallaba con su linterna sobre las ruinas romanas, tradujo en voz alta el ritual más escalofriante que he oído en mi vida; y habló del régimen alimenticio del culto antediluviano que los sacerdotes de Cibeles encontraron y mezclaron con el suyo propio."

H. P. LOVECRAFT: Las ratas en las paredes (El que susurra en la oscuridad).



"Contemplé meditabundo las bóvedas pintadas, procurando no resbalar en el limo pegajoso del suelo. Vi a faisanes, perdices, lampreas y otros animales en actitudes variadas: volando, andando, reptando. Gaspar Gómez de la Serna, que dirigía la expedición, sacaba fotografías apurando los puntos de vista, vigilando luces y ángulos. Me fascinaba el maravilloso color verde de los muros, que la humedad y el tiempo habían sedimentado con una prodigiosa sabiduría. La piscina o ninfeo estuvo a punto de perderme, y sólo la vigilante diligencia de Dámaso Santos me salvó de un aparatoso remojón."

JOAN PERUCHO: Nicéforas y el grifo.



“Hace ahora pocos días, cuando esto escribo, que anduve por las tierras altas de Lugo, peregrino de un castro y de unas piedras romanas, Santa Eulalia de Bóveda, y hallé una vieja carballeira, así como las mías de la infancia en el invierno: con los troncos recubiertos de líquenes y de hongos, también musgo con los brazos retorcidos contra el gris o el azul, como clamando; una carballeira honda, allá se pierde la vista de los árboles y se enmaraña en zarzas y retamas. Algunas hojas de muérdago, ¡Y sin una muchacha que besar a su cobijo, con ese beso que compromete para siempre como una maldición! El campo verde, las piedras. Después vinieron los pinos. Pero las piedras de las cercas y de las casas, viejas de siglos, allá en mi valle, antes que irrumpiera la civilización, que fue al terminar la guerra del catorce, parecían meternos en el tiempo inmemorial, o tal vez arrebatarnos al tiempo. La gente semejaba tan eterna como las piedras mismas, la única manera de morir era ser olvidado.”

GONZALO TORRENTE BALLESTER: Dafne y ensueños.


"Su cuerpo descabezado fue trasladado a Galicia, enterrado misteriosamente -hay quien dice que en Santa Eulalia de Bóveda-, y algunos gallegos presumen de tener en su tierra los cuerpos enterrados no sólo del apóstol Santiago, sino del hereje Prisciliano. E incluso hay quien lleva sus calenturientas imaginaciones a pensar que a lo mejor quien está enterrado en Compostela no es Santiago, sino el propio Prisciliano."

NÉSTOR LUJÁN: Prisciliano, un aniversario significativo.
La Vanguardia, 17-7-1985

SANTA EULALIA DE BÓVEDA I


"Al otro día se vistieron con dudoso colorido, se untaron la cara con un pringue como de ungüento, y se pintaron los ojos. Unos iban con cintas y túnicas azafrán de lino y de seda; otros con túnicas blancas decoradas con listas de color púrpura, ceñidos con un cíngulo, y calzados con sandalias amarillas. A mí me cargaron una imagen de la diosa, a la que habían vestido con un velo de seda. Con los brazos y los hombros desnudos, y blandiendo unas descomunales espadas y hachas, se pusieron a bailar una frenética danza, acompañados por una insinuante melodía de flauta. Después de recorrer unas cuantas casas, llegaron a la de un rico terrateniente. Ya antes de entrar se anunciaron con gritos y alaridos discordantes, y se pusieron, como locos, a hacerse como reverencias entre lúbricos gestos, haciendo volar las cabelleras con movimientos circulares, y mordiéndose, en ocasiones, sus propias carnes; incluso llegaron a darse pequeños cortes en los brazos con un puñal de doble filo que llevaban. Uno de ellos -que llegó a ponerse en trance, emitiendo constantes gemidos que le salían de las mismas entrañas- simulaba estar poseído por el espíritu divino, como si los hombres, en presencia de los dioses, en lugar de mejorar, tuvieran que enfermar o enloquecer."

APULEYO: El asno de oro.



“En el benemérito «Boletín» de la Comisión Provincial de Monumentos de Lugo, números 61-62 de 1966, publica Nicandro Ares Vázquez un curioso artículo sobre un relieve del vestíbulo del siempre misterioso monumento de Bóveda. Ares Vázquez aseguraba que se puede ver el perfil de un ave en marcha, que va de izquierda a derecha, en dirección norte. El ave tiene sobre la cabeza un penacho vertical, «estilizado a modo de cuerno erecto, y unos tenues rayos, circundados por un halo elipsoide». El doctor Schlunk –que estos días ha vuelto por Bóveda–, escribió en 1935 que bien podría tratarse de un avestruz. Para Gómez Moreno podría tratarse de un faisán. El avestruz, como se sabe, si es puesto como ejemplo de célebre corredor entre griegos y latinos, en las Escrituras y entre los apologetas cristianos, y en la Cábala, pasa como símbolo de la hipocresía y de la estupidez. Borges habla de los australes n’kukula, o demonios de la inútil mentira, que se refugian en el avestruz para procrear. En lo que se refiere a faisanes, Mircea Eliade ha hablado más de una vez de que soñar con faisanes en la fábula china, supone soñar con salud y prosperidad, con años de riqueza y poder. Existía un refrán que de un tipo pomposo hacía decir: «Ese ha soñado con faisanes». Pero Ares Vázquez cree que el ave de Bóveda es un ave fénix. Y las razones que aduce son excelentes, y congruentes con lo que Bóveda pudo ser de lugar de mágica curación, de restauración en la sanidad de un cuerpo doliente, de resurrección, por decirlo así, en fin."

ÁLVARO CUNQUEIRO: El Envés.


“Debemos también indicar a nuestro amigo el viajero, que no salga de esta vieja urbe sin visitar, a muy pocos kilómetros de la capital, en la parroquia de Santa Eulalia de Bóveda, el extraordinario monumento, motivo de controversia entre arqueólogos y eruditos. Se trata de los restos, descubiertos en fecha reciente, de un templo prerromano enterrado durante siglos, tal vez de la etapa sueva o de los primeros tiempos del cristianismo gallego. Es rectangular, con atrio y nártex granítico, naves con tres arcos redondos y columnas de mármol labrado. En los trozos de bóveda conservados hay una simbólica y curiosa decoración, real y perfecta, de aves y flores, que recuerdan ciertas pinturas pompeyanas. Después de concluidas las excavaciones de este singular hallazgo, que es monumento nacional, y del que se ha dicho con razón que constituye uno de los más apasionantes problemas actuales de nuestra arqueología cristiana, se llegó a la determinación de que fue un ninfeo neroniano, luego cristianizado.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Galicia. Guía espiritual de una tierra.



"Queremos tanto a Cibeles, os que vivimos en Madrid (non direi o consabido, sobrevivimos, porque sería ofender a cidade tan grata) que mesmo semella ruín lembrar que a deusa de marras era a destinataria de sacrificios humanos. Que son, precisamente, os que alporizaran a Tito Lucrecio Caro, tan querido de Méndez Ferrín (véxase O fin dun canto), como para provocar a escrita dese libro xenial que se chama De rerum natura (como eu non lle coñezo versión galega, o lector que non saiba latín e si español fará ben en consultar as versións do Abate Marchena ou Agustín García Calvo). Mais o certo é que a pobre Cibeles, deusa agrícola, e menor en todo caso, aí sigue en Madrid; "la linda tapada" de cando a Guerra Civil deu en vestila con sacos terreiros, "inasequible al desaliento". En cambio, a 14 kilómetros de Lugo tan só, nese monumento marabilloso que poderíamos chamar, se quixeramos que se cadra non, a "Capela Sixtina" da arte tardorromana, Cibeles perdeu a denominación, para pasar a chamarse Santa Eulalia de Bóveda. Ben entendido que Eulalia vale para "Convincente", co que non foron polo río abaixo aquelas sibilas que cumprían funcións no templo primitivo adicado a Cibeles (ou Rhea). Ben visitable hoxe grazas a quen dispuxo como cancerbero del un señor xentílisimo, de non sei que empresa de seguridade, que franquea a entrada dun lugar que provoca (desde os séculos III ou IV, que a cousa non está clara) espanto. E emprego este termo no senso antigo, e que conserva o portugués, de abraio, asombro, apampamento. Polo conxunto, misterioso e hermético, e aquí ten que ir a piscina para os bautismos de sangue sacrificial, anteriores aos máis temperados que aportara o cristianismo. Mais –sobre todo– para os murais que representando aves aquí xorden. Galos, galiñas, ¿avestruces?, parrulos, pombas, pavos reais e todo galiñeiro, con funcións ben definidas para cada especie, e que fan do visitante un admirador entregado. Santa Eulalia de Bóveda ou Nosa Señora Cibeles de Lugo para os que pensen que xa o viran todo."

VICENTE ARAGUAS: Nosa señora Cibeles. El Correo Gallego 02.09.2007

domingo, 18 de marzo de 2012

SANTA MARIÑA DE AUGAS SANTAS




“Muchas ermitas y templos cristianos –como los de Santa Mariña das Augas Santas florecida en lugares de los templos antiguos de la ciudad de Armeá cuyas ruinas son en nuestros días exhumadas– prendieron en suelo consagrado a númenes celto-romanos. La leyenda no se olvida. La arqueología lo confirma.”

RAMÓN OTERO PEDRAYO: Orense.




“Desde Orense hasta Allariz asciende la carretera que pasa el Barbaña –pinares, centenos, reposadas y magnas vistas–. En el kilómetro 17 un breve y viejo camino aldeano conduce al tradicional santuario de Santa Mariña de Aguas Santas. La popular flor del milagro ilumina las tres fuentes surgidas al golpe de la cortada cabeza de la martirizada virgen, y señala el lugar del horno donde su cuerpo fue quemado.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Galicia. Guía espiritual de una tierra.



“Yendo, pues, a Santa Mariña de Augas Santas, a Allariz y al Arnoya, con decir el itinerario, poniéndose uno por los nombres a imaginar el país aquel y sus estancias, ya ilumina hermosas estampas y memorias. Segaban centeno por la Rabeda, pero en lo alto de la cuesta nos encontró la tormenta, que era de esas que dicen «de gran aparato eléctrico», y sin pararnos para tomar camino a Santa Mariña de Augas Santas, seguimos vía Allariz. Me quedé sin ver el horno donde quemaron a Mariña, y las fuentes que brotaron donde posó su cabeza: nunca habrá tocado el suelo nuestro piedra preciosa más fina. Yo iba, con versos que a veces me aventaban de la imaginación los relámpagos, haciéndole un retrato.”

ÁLVARO CUNQUEIRO: El pasajero en Galicia.



“Una tradición, recogida por Xaquín Lorenzo y confirmada por nosotros en Cotobade, lejos de A Limia, asegura que en la laguna había una ciudad que se llamaba Antioquía y que quedó inundada. En aquel lugar, mientras duró la laguna, en días serenos y a determinada hora, se escuchaban las campanas con un sonido muy lejano. Muchas piedras perforadas o gastadas, quizás por la erosión, que tienen hechura de oreja y conservan agua, son muy estimadas por los romeros, por sanar esa agua el dolor de oídos; y en las fuentes la beben y también la llevan para sus casas los vecinos y los propios romeros. Cerca del llamado Forno da Santa, se encuentra una pila excavada en la roca, designada con el nombre de Baño de la Santa. Se trata de una pila megalítica. El Forno da Santa está situado cerca de la iglesia parroquial, al pie del monte de As Muradellas o de As Casarellas, un antiguo castro. La cima del monte se llama Outeiro dos Pendés, porque el día de la fiesta patronal los mozos suben con los pendones a la cima, mientras el resto de la procesión aguarda al lado de la pila de la santa. El “Forno da Santa, –dice Xaquín Lorenzo Fernández– tuvo una utilización ininterrumpida, como quemador o como lugar sagrado desde la época céltica hasta nuestros días”. Encima está comenzada la Basílica de la Ascensión, pero la gente cuenta que la cripta fue el horno donde echaron a la Santa y de donde la sacó San Pedro.”

ANTONIO FRAGUAS FRAGUAS: Romerías y santuarios de Galicia.

lunes, 12 de marzo de 2012

SAN MIGUEL DE CELANOVA


“La capilla de San Miguel es una huella fósil de la primitiva espiritualidad: limpia y vacía, descarnada, ingrávida, sin imágenes, sin rostros. Una pasión, como la definía Kierkegaard. Una especie de sepulcro donde se alberga polvo, ceniza y olvido, pero también resurrección. Algunos comienzan a vivir cuando van a morir, decía don Miguel de Mañara. Los monjes de San Rosendo estaban en perpetua moribundia y unían al sarcasmo de la alegría la indulgencia del desprecio por lo temporal. La capilla de San Miguel contiene todo el silencio. El saber es silencio. Monjes, místicos, poetas. Vivir sin cuerpo. Deshacerse del cuerpo cuando se entra en este oratorio. Deshacerse de las frases, de las palabras, de las letras. Al dios desconocido.”

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Una capilla para uno.






“No quise irme de Celanova sin ver la capilla de San Miguel, como tampoco quise irme sin bajar, cerca de a ponte grande, al Arnoya, y mojar las manos en aguas de un río de tan hermoso nombre: a J. P. Toulet le hubiese gustado para verso final de un poema fantasista. Entré, pues, en la capilla, y ya dije en otra ocasión que para mí no cabe duda de que allí rezó San Rosendo. Había aquella mañana de mi visita, allí dentro, una luz que no era de este mundo. Olía a incienso y a membrillo, como dijo Robert Browning que olía Asís. Un aire antiguo y tibio se remansó aquí para siempre, y en él quedaron adormiladas alas de ángeles o quizás voces y tactos de seda de aquellas maravillosas casullas del Irak que vienen inventariadas en las escrituras de la Celanova de antaño… Todo el valle de Arnoya era, aquella mañana de mayo, una enorme plaza de seda multicolor en la que brillaban como perlas las gotas de rocío.”

ÁLVARO CUNQUEIRO: El pasajero en Galicia.







“Consta la capilla de una nave brevísima y un tabernáculo proporcionado a la nave, al cual se entra por una puerta de arco de herradura de los más acentuados y característicos. Lindos ajimeces dan luz al tabernáculo, y ante su umbral está una grada revestida de preciosos azulejos moriscos, de esos matices brillantes y metálicos que tan gratamente halagan la pupila en los platos hispano-árabes que ahora se estila colgar en los comedores. Todo ello, ni convidaba a orar, ni siquiera a entregarse a la suave melancolía que infunden las iglesias cristianas: allí a lo sumo se podría amontonar dos o tres cojines, sentarse a lo moro, encender un perfumador y soñar con fuentes y palmeras, a lo cual incitaba bien el calor de la jornada, la fragancia de jazmines que sombrean la losa donde Santa Ilduara se arrodillaba invocando al cielo, y la pereza, herencia de la raza semítica que los españoles guardamos con cariño.”

EMILIA PARDO BAZÁN: De mi tierra.






"Ambrosio de Morales y el P. Yepes coincidieron con los antiguos en elogiar efusivamente la capilla de san Miguel, miniatura de iglesia, «brinco graciosíssimo», tan pequeña que cabe toda en 8,50 por 3,85 metros de planta y 6,00 de altura; tan sana y completa como el día en que se hizo; tan maja que alegra verla y suspende con sus primores. Nave, crucero y ábside la componen; el último es redondo por dentro, con diámetro de 1,35 metros, encarada su ventanilla hacia oriente y con credencias laterales, para celebrar el sacrificio sin ayuda de ministro, como la exigüidad del local exige: sería práctica entre reclusos y huéspedes, puesto que la designación de «hospitiorum» acredita ser así el tipo de oratorios destinados a presbíteros forasteros."

MANUEL GÓMEZ-MORENO: Iglesias Mozárabes. Arte español de los siglos IX a XI.

martes, 6 de marzo de 2012

SANTA COMBA DE BANDE


“Es como la rara y preciosa letra inicial del códice en piedra de la plástica de la Edad Media, la iglesia de tipo visigótico de Santa Comba de Bande, quizá sueva, de autorizada simbólica, reflejo de la inspiración bizantina, en tierra de severa belleza.”

RAMÓN OTERO PEDRAYO: Orense.






“Del siglo VII es la hermosa iglesia de Santa Comba de Bande, dada como muestra muy pura del estilo que se denomina visigótico: planta de cruz griega, arcos de herradura, columnas enteras de mármol, celosía de piedra calada.”

VICENTE RISCO: Historia de Galicia.





“Cerca del lugar donde fueron las termas se alza la iglesia de Santa Comba de Bande, donde estuvo hasta el comienzo del XVI el cuerpo de San Torcuato, considerada justamente como la de más importancia en España en el orden arquitectónico suevo-visigótico. Este singular templo del siglo VII, con planta de cruz griega, bóveda de cañón y arco de herradura sobre columnas marmóreas con capiteles corintios y visigóticos, ha de impresionar la sensibilidad del viajero; con mayor motivo si a éste le impulsan afanes arqueológicos.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Galicia. Guía espiritual de una tierra.



viernes, 2 de marzo de 2012

SANTA EUFEMIA DE AMBÍA


“Citemos como de tradición visigótica el templo de Santa Eufemia de Ambía en el Arnoya, como de inspiración mozárabe la muy bella de Santa María de Mixós en el país de Monterrey, la de San Martiño de Pazóo en cuestas sobre el Arnoya cerca de Allariz, y la breve y muy bella capilla de San Miguel enteramente conservada en el huerto y al amparo de la grandiosa abadía de Celanova.”

RAMÓN OTERO PEDRAYO: Orense.


Santa Eufemia de Ambía

Santa María de Mixós

San Ginés de Francelos

San Martiño de Pazó


“Del llamado estilo asturiano, continuación del neovisigótico, caracterizado por los arcos ultrasemicirculares y las celosías caladas en piedra, quedan restos del siglo IX, como una pequeña ventana y celosías de Atán, capiteles de Mezonzo y Lomayo, restos de Loyo y lápidas de Churrío y Castelo Honesto.

El estilo mozárabe, debido a artistas que llegaban de tierras musulmanas, trayendo el gusto del tiempo del Califato, parece propio del siglo X. A él pertenecen San Miguel de Celanova, San Martiño de Pazó, Santa María de Mixós y diversos restos que se encuentran en Vilanova dos Infantes, Cines, Vilanova, Firé, Viana del Bollo, San Cibriao Y Camoa.

Elementos de los dos estilos se mezclan en San Ginés de Francelos y en Santa Eufemia de Ambía.”

VICENTE RISCO: Historia de Galicia.