martes, 24 de abril de 2012

ISLAS CÍES


“De las Cíes trae el viajero el recuerdo de una concha rara, recogida en la arena, y el recuerdo imborrable de un día en unas islas a la vez tan próximas y tan lejanas. Otero Pedrayo ha dicho que «brillantes y pulidas al sol, la niebla y la lluvia les prestan una nórdica y vaporosa belleza de balada». Son como un Finisterre, un cabo del mundo. Fuera queda el Océano inmenso, y hacia adentro la ría, sometida a la medida del ojo y del alma humana. En la estela del vapor brinca el delfín amigo y sobre el humo de la chimenea pasa el ala perfecta de la gaviota.”

ÁLVARO CUNQUEIRO: Vigo y su ría.

miércoles, 18 de abril de 2012

MONTE FACHO






“Un día frío y luminoso de diciembre subí el empinado y sinuoso sendero de piedra que asciende al monte do Facho, uno de los lugares más expuestos de las rías. El monte surge abruptamente del Atlántico en el extremo de la península de Morrazo, entre las anchas desembocaduras de las rías de Vigo y Pontevedra.

Un resbaladizo musgo verde lima recubría las rocas del sendero mientras serpenteaba colina arriba hacia el inevitable bosque de eucaliptos. Estaba solo. Algún que otro ruido seco, el ladrido de un perro o el sonido de un portazo rebotaban desde el pueblo de abajo. Aparte de eso, sólo se oía el mar, el viento y los pájaros. Era fácil evocar la imagen de los antiguos gallegos que habían hollado este sendero desde la Edad del Hierro. La visión desde lo alto del monte era impresionante. Las islas Cíes parecían tan cercanas que casi podían tocarse y, al norte, las islas de Ons y Sálvora yacían plácidamente en el Océano. Podía ver la desembocadura de la ría de Arousa al norte. La vista se extendía más allá, al menos en mi imaginación, hasta el punto más occidental del continente europeo, el cabo Finisterre, el Fin del Mundo. El Atlántico, casi desnudo de barcos, se extendía hacia América. Mientras tanto, tierra adentro el humo de las chimeneas flotaba por las tierras bajas hacia las vítreas aguas de la ría.

Uno no puede por menos que sentirse sobrecogido por los misterios de la naturaleza o entregarse a pensamientos sobre deidades y espíritus en un lugar semejante. Anchas y planas lajas de granito, ligeramente ahuecadas, están diseminadas por el pico. También hay un minúsculo puesto de observación redondo azotado por el viento, del siglo XVIII, hecho de bloques grises recubiertos de liquen. El pequeño monte recibe su nombre de los fuegos que solían encenderse aquí para guiar a los barcos a casa. Las piedras planas, de las que se han encontrado unas 130, se utilizaban como altares sacrificiales (arae) en época de los romanos. Entonces se rendía culto a un dios llamado Berobreo. Como Santa Marta, tenía el poder de curar. Los arqueólogos también creen que era un lugar de peregrinación. Algunas aras aún llevan inscripciones que piden el don de la buena salud.

Algunas tribus locales llevaban siglos asentadas aquí antes de que llegaran los romanos. Galicia era rica en hierro e incluso en minas de oro. También era rica en recursos naturales procedentes del mar. Los moluscos y otros mariscos aún son componentes básicos de la dieta y de la economía. En el lado del monte do Facho que da al continente, los arqueólogos están excavando los restos de un asentamiento típico de la Edad del Hierro gallega, compuesto por casas de piedra de planta circular con cubierta de paja protegidas por una muralla defensiva. Este castro estuvo habitado hasta la época de Cristo.

Hay hasta 5.000 castros diseminados por las cimas de las colinas y los promontorios a lo largo y ancho de Galicia. Sus habitantes –que también tenían pequeños talleres y almacenes– trataban de aprovechar la altura con fines defensivos, ya fuera para protegerse de sus enemigos, de los osos o de los lobos. Un punto de información del monte explica que, algún tiempo después del nacimiento de Cristo, los habitantes bajaron para establecerse cerca del mar. El monte do Facho, con sus aras de casi dos metros dispersas por su cumbre, como si los dioses las hubieran tirado allí, debió de haber seguido siendo, sin embargo, un buen sitio para realizar sus sacrificios.”


GILES TREMLETT: España ante sus fantasmas. Un recorrido por un país en transición.

sábado, 14 de abril de 2012

PLAYA CASTIÑEIRAS


“En las rías, el verdor llega a flor de agua, cercando sus playas pálidos árboles esbeltos y temblones. La mar es de un azul desvaído, plateado en los amaneceres y en los crepúsculos apacibles, de un marengo sucio bajo los nubarrones. En la bajamar, racimos de negros y largos mejillones cubren las rocas descubiertas por el agua. Esta es fría, poblada de cantidades inmensas de mariscos. Luce un sol tibio, velado, y súbitamente avanza un frente de niebla que lo cubre todo.”

BALTASAR PORCEL: Galicia, entrevista (Las sombras chinescas)


“Las playas helénicas, condecoradas con el laurel de Dafne que da la muerte y la vida, se ofrecen ahora –en que la espesa pleamar veraniega de las ciudades las ha dejado en toda su belleza– recatadas, íntimas y palpitantes como antiguas amadas. Sobre la intacta, humilde y blanca arena festonean borbotones de oleajes encendidos, y en luz de gloria bajan a la orilla, con su llanto de resina y miel, a sumergirse los pinos lanzales. El cielo, condecorado por cientos de gaviotas deslumbrantes de blancura, está vestido de primera comunión.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: El gran otoño del mar (La montaña herida)

martes, 10 de abril de 2012

HÍO




“Desde Bueu a la antigua y noble villa de Cangas de Morrazo, tiene el viajero ante sí dos rutas. Una –la más larga– por Beluso, Aldán e Hío, es una pura maravilla, y sus 20 kilómetros de recorrido parecerán siempre cortos al viajero amigo. La carretera se sumerge entre verdes, oros y azules, festoneando playas de intacta hermosura. La vista es asombrosa: las islas de Ons, las Cíes, los oros o verdes del campo, los árboles que se mojan y reflejan en el mar, la pequeña ría de Aldán, los montes, la luz y, enfrente, el mar, siempre el mar… Al pasar por Aldán, que guarda el antiguo pazo de los Aldaos, de los actuales condes de Canalejas, sus herederos, con bello jardín de bojes y magnolias, buen bosque y artística fuente con la imagen de Nuestra Señora, la desviación de un ramal de la carretera que va a Donón, extrema punta de Morrazo que se asoma grandiosamente frente a las Cíes y el Atlántico, llevará al viajero hasta la riente parroquia de Hío, de helénico nombre, donde podrá admirar uno de los más curiosos y bien trabajados cruceros de Galicia, obra de la cantería popular del pasado siglo.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Galicia. Guía espiritual de una tierra.

viernes, 6 de abril de 2012

COIRO


“A raíz de estos desventurados sucesos se perturbaron numerosas mujeres que fueron calificadas como brujas, granjeando a la villa una extraña fama y motivando el famoso proceso de las brujas de Cangas, por el que fueron ajusticiadas varias meigas, existiendo partida de defunción de las mismas en el archivo parroquial de San Salvador de Coiro. La campana de esta iglesia, a la que hicimos referencia anteriormente, llamando a junta de meigas se hizo célebre. Se decía que tocaba sola, para convocarlas todos los sábados en juntanza de aquelarre en la playa canguesa d’as areas gordas, donde las visitaba el maligno, poseyéndolas bajo la forma, reglamentaria para estos casos, de macho cabrío. El padre Sarmiento visitó esta campana en 1745 subiendo a la torre de Coiro, de bello estilo colonial, desde la que se contempla la estupenda vista del valle y al fondo la playa de las tenidas brujeriles. Por cierto que desde la corte, reinando el católico Felipe III, llegó una comisión de doctores, técnicos en maleficios, ensalmos y brujerías, para informar sobre el escándalo de las meigas canguesas, quienes afirmaron haberlas visto volar, montadas en escobas, como pajarracos negros, hacia los arenales. Dicen que se untaban previamente con un ungüento mágico los dedos de los pies y de las manos, y que recitaban un raro padrenuestro antes de ponerse en juntanza con el cabrón Satanás.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Galicia. Guía espiritual de una tierra.

lunes, 2 de abril de 2012

MÁMOA DO REI


“Han desaparecido, desde luego, de la vista de las gentes, pero siguen viviendo en Galicia, de manera invisible, debajo de tierra, en las mamoas, en los castros, en las ruinas, en los roquedos, «subterráneamente», como decía un serio patrón de las montañas que rodean la Limia, el cual explicaba cómo los moros «tienen unas palabras –¿el «ábrete sésamo»?– dichas las cuales se vuelve a cerrar». Estos moros poseen tesoros inmensos: vigas de oro, pellejos de carnero u ollas llenas de monedas, instrumentos de labranza y utensilios de casa todos de oro, arcas repletas de riquezas, y sus viviendas subterráneas son ricas y suntuosas. Se sabe esto porque hubo quien penetró en ellas y vio allí maravillas.”

VICENTE RISCO: Orden y caos (exégesis de los mitos)