martes, 1 de mayo de 2012

PONTEVEDRA I


“Otro templo, aunque en ruinas, resultará inolvidable para el viajero. Nos referimos a Santo Domingo, que hoy sólo nos ofrece la esbelta cabecera de altos ábsides, cuyas ventanas ojivales son bellísimas. Santo Domingo, vestido de fina hiedra y con su bello rosetón de encaje, es una invitación para la poética melancolía. Entre sus ojivas pudieran resonar perfectamente los versos de Burns o las elegías de Shelley, que proyectarían el Spleen de sus almas por entre las piedras evocadoras del Museo arqueológico, que encuentra un perfecto alojamiento entre las también evocadoras ruinas. Este museo, cobijado entre ojivas y hiedra por las que anda suelta y orquestada la voz del viento en los días de temporal, es solemne colección de sepulcros históricos –el de Payo Gómez de Sotomayor, sonado embajador a la lejana corte oriental del Gran Tamerlán, entre ellos– de interesantísimas epigrafías prehistóricas y romanas, petroglifos, capiteles románicos, lápidas diversas y heráldicas en la que campean, entre otros, escudos feudales de los Andrades, Mariños, Pazos y Montenegros.”

JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Galicia. Guía espiritual de una tierra.



"Las ruinas, bien iluminadas en la noche, con el encaje de la neblina en las ojivas, serían del gusto del vizconde de Chateubriand. Sorprende hallarlas en el corazón mismo de la ciudad, de la que son uno de los más bellos adornos. A su conservación va unido el nombre del ilustre arqueólogo don Casto Sampedro, quien recogía hermosas piedras que dormían en la tierra natal, a la vez que las canciones que iban por el aire, como aves, y las guardaba, para que pudiesen ser cantadas perpetuamente, en papel pautado."

ÁLVARO CUNQUEIRO: Pontevedra. Rías Bajas.

2 comentarios:

Amparo dijo...

Bastante erosión en ese estupendo primer plano.
Todo está destinado a eso.
Saludos.

paisajescritos dijo...

Son espectaculares las ruinas y el museo, mezclan muy bien las fotos la decadencia y la humedad latente. Me llevan al viaje de este año pasado también, Ponteveda es muy bonita y tan desconocida...
Un abrazo, Rubén.